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El mundo nos somete a una clasificación hermética y abusiva.
Nos encasilla de una manera tan autómata y ordenancista que estremece, un mundo parecido
al que escribió Aldous Huxley.
Nos convierten en sujetos plagados de signos, códigos, etiquetas y connotaciones según
el color de nuestra piel, nuestra capacidad neurocognitiva, nuestros aparatos reproductivos, nuestros genitales o de nuestro nivel de capital.
Nos intenta convertir en modelos que anhelan ser perfectos y armónicos con exacerbada reiteración.
Nos muestra en vitrinas para que los demás nos puedan juzgar desde la lejanía, para que puedan examinarnos como ratas delaboratorio; con motivo de excluir, marginalizar y estigmatizar
hasta anularnos como individuos libres.
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