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El arte de la comedia

Pauline Nikiema (Ella, 2001) usa el arte como una vía de escape. Es intérprete: hace teatro en el mayor centro cívico de artes escénicas de Barcelona, en el Parc Sandaru, y sube a escenarios para hacer comedia en forma de monólogos improvisados. Nunca le ha pasado que cuenta un chiste y nadie se ríe, esa es su pesadilla. Escribe poesía y relatos en su blog, y en el pasado fue bailarina de Hip-hop y Dancehall, aunque dice riendo que le falta psicomotricidad. Hacer música es su única asignatura artística pendiente “siempre he querido tocar instrumentos y cantar pero no se me da bien”, se excusa. Aún así, Nikiema quiere comerse al mundo.


Nos llamamos un lunes al mediodía y me recibe con una camiseta del ‘National Pornografic’. “Soy fan”, pienso. Pero no se lo digo. Me explica que lee tochos de libro desde que es muy pequeña, que siempre ha sido autodidacta y que hoy sueña en salir en una película de Javier Bardem. En esta entrevista charlamos sobre el arte de la comedia, el racismo y sobre sus sueños. Forma parte del grupo de artistas de UDAC, que está afiliado a IDENTIDAD, y participó en uno de los eventos de ‘Sensaciones’ que organizamos en el Bar la Federica, donde hizo un monólogo con la intención de romperlo todo y de reírse de sí misma.


Dices que vives la vida con arte, pero que el arte que has escogido es el de la interpretación. ¿Por qué? Porque con la interpretación puedo ser otra persona. Cuando hago cualquier papel dejo de ser yo para ser otra persona con otras características y me gusta y me ayuda a salir de quién soy. La comedia es el arte de poder escapar. Explícame un poco tu recorrido artístico. Antes vivía con mis padres adoptivos y después pasé a centros de pisos. Mis padres adoptivos me hicieron unos estudios de superdotación con tres o cuatro años, porque ya me leía libracos enormes y me encantaban los números. Como la situación que vivía en casa era muy caótica, me refugié siempre en los libros. Empecé a entender las letras, lo que me permitió entrar en otros mundos: desde Gerónimo Stilton y Tintín, hasta La Historia Interminable, Eragon y cosas de estas que son literatura gruesa. Escribir, leer, el arte, y todos los formatos que he probado siempre han sido para ir a otros mundos; para ser otra persona y vivir a través de ella. De coger un libro a subirte a un escenario, hay un paso importante. Sí. Siempre me han dicho que soy muy exagerada y dramática, así que decidí probar el teatro. Realmente empecé a hacerlo el año pasado en el centro cívico. Después Kevin, fundador de UDAC, me propuso sumarme al grupo. Pero todo empezó hace relativamente poco. El primer escenario al que me subí fue el de la escuela, en tercero de primaria. Pero escenario importante, fue en el Sandaru, donde hicimos una improvisación medio planeada el pasado 30 de abril. Hablemos del Stand Up Comedy, o Comedia en Vivo. ¿Qué temas te gusta tocar? Soy bastante polifacética, la verdad. Sí que tocar el tema del racismo me gusta mucho, porque es un ‘Zas’: lo digo yo porque yo puedo decirlo. Es un tema sobre el que se tiene mucho tabú y que a la vez que reivindica, se esconde. Hay una doble negación y doble aceptación. Desde siempre ha habido racismo, igual que siempre ha habido juicios. Y aunque la sociedad no fuese racista, seguiríamos juzgando. Sí que ser una persona negra, china o paqui son cosas más fáciles de juzgar. Pero tenemos que ser conscientes que al momento de subirnos al metro, por ejemplo, ya estamos juzgando a las personas porque tienen muchos piercings, o tatuajes, o porque llevan el pelo de tal manera. Y no lo dices, pero lo piensas, y criticas por dentro. Esto es algo que yo sé que no me gusta hacer y que a veces me digo: “para ya, ¿qué te importa a tí?”. Pero todo el mundo lo hace, todo el mundo juzga de mil maneras. Y no es justo coger y decir: “tu eres racista con los negros”, cuando todos juzgamos y al final el racismo es juzgar. Juzgar a un grupo concreto de personas, pero juzgar. Y esto conlleva mucho tabú. ¿Por qué tabú? No sé si viste la notícia de unos gitanos que en el Domino 's Pizza para clasificarlos les pusieron “la mesa gitana”. Cuando tú vas a un barrio gitano, a tí te dicen “paya” porque ellos se consideran gitanos. No es muy justo decir que no te gusta que te digan esto cuando eres esto. Igual que yo reivindico mucho las modas actuales que vienen de la negritud, cuando antes había mucho rechazo. Hay muchas personas que se hacen rizos permanentes que quieren parecerse al pelo afro, cuando desde siempre se nos ha criticado y machacado por tener el pelo así. Incluso te diría que actualmente en algunos barrios de África a las niñas de quince años se les alisa el pelo con productos que les queman el cuero cabelludo. Pero que se les alisa para que puedan ser como la sociedad pide, como el estándar. Igual que los labios gruesos, que ahora todo el mundo se los pone. Yo soy negra y lo acepto. Y si tú no lo aceptas, pues no lo hagas. Pero yo sí, y sé lo que hay de bueno en mí, sé lo que hay de malo, sé lo que la sociedad piensa de mí y lo que ve bueno en mí. Al final es mejor reírse que no tirarse pedradas con el primer inútil que me llene de mierda. Igual que yo digo que hay que diferenciar entre afroamericanos y negros. No es racismo, es que siento que no hay que entrar todos en el mismo ‘pack’. Igual que los blancos no entráis todos en el mismo ‘pack’. Ni todas las mujeres. Ni todos los hombres ni todas las personas. No entramos todos. A ver si lo he entendido: vivimos en un mundo racista y machista y esto nos configura por dentro, aunque somos hipócritas. Me explicas que hay esta doble moral en la que juzgamos mucho pero luego nos apropiamos de estos juicios. Exacto. Con el ejemplo de lo gay se ve muy claro. Antes llevar pantalones pitillo era super gay pero luego llegó una época en la que llevar pitillos era lo top. Y cuando haces comedia te burlas de esta doble moral. Me burlo y además te la expongo en la cara. No es tanto la burla como tal, sinó el señalar que esto existe y que tú lo ves y que yo lo veo y todos lo vemos. Y si no lo vemos, al menos lo pensamos. Y después vamos de dignos. “Yo no soy racista”, pero yo sé que después vas por la calle y piensas “uf, negro top manta”, “uf, el moro ese”, “uf, seguro qué…” y es así. Y seguramente tú lo piensas, lo pienso yo y lo pensamos todos porque lo llevamos en el ADN, nos han criado así. Desde siempre. ¿La comedia tiene límites? Por ejemplo: chistes machistas o racistas. ¿sí o no y por qué? Yo diría que sí. Es humor. Estos chistes se pueden permitir dependiendo del ámbito en el que te encuentres. Aunque seas un hombre blanco cis hetero que está subido en un escenario, si se está riendo y hace esto para que les demás se rian, yo no tengo ningún problema. Creo que el problema está en cuando estos chistes van en un sentido no tan cómico. Yo siempre lo digo: no es lo mismo que mi amiga venga y me diga ‘la negra’ que a que venga una persona desconocida a decírmelo. Mis amigas siempre se meten conmigo: “negra indepe, tu no puedes ser catalana” y siempre lo hacen de coña y nos reímos. El caso sería que me llegase una persona a la que no le he dado la confianza, o que no esté en un escenario o en un lugar donde se puedan permitir estas cosas y que me digan “oye negra”. Si un negro, un moro, o un árabe se sienta a escuchar un monólogo humorístico, sabe que ha ido a reirse y no se tiene por qué sentir atacado. Entonces dirías que los límites de la comedia se encuentran en la intención que hay detrás. En la intención y en el lugar donde se diga. Puedes ir con toda la buena intención del mundo pero obviamente no te irás a un barrio gitano y dirás: “mira estos mierda gitanos” y te vas a poner a reír. Tal vez tú ibas con buena intención, pero el lugar no es el adecuado. La situación tampoco. Y entonces es normal que estas personas se lo tomen mal. Siguiendo con el ejemplo gitano: en un contexto donde no hay personas gitanas, si se hacen chistes antigitanistas, ¿sigue siendo humor? Esto es un ataque directo. Hay una diferencia y creo que está muy clara. No es lo mismo encontrarse un grupo de blancos criticando a todas las razas, esto roza el nazismo. No hacen comedia para hacer reír, lo están haciendo como ataque y discriminación. Hasta hace relativamente poco, casi no había mujeres comediantes a nivel Español ni catalán. Y las mujeres negras están mucho menos representadas. ¿Cuáles son tus referentes? ¿Referentes? No te lo sabría decir. En el tema de la interpretación no me he guiado nunca por referentes. Cuando cantas, tocas un instrumento o dibujas, te sueles guiar por él cómo lo hacen otras personas. Personas idealizadas a las que admiras. Esto tiene su parte positiva y negativa: si ves que no llegas donde esta persona ha llegado, muchas veces te hundes y dejas de hacer lo que estabas haciendo. Tal vez por esto no he buscado idealización ni referentes. Sí que por ejemplo, miro un montón de series de comedia tanto catalanas como españolas tipo ‘Plats Bruts’ o ‘La Que Se Avecina’, aunque parezca muy tópico. Me fijo en momentos de interpretación o en cosas que yo haría distinto. Pero no idealizo a nadie. No tengo esa persona como referente que sea lo que yo quiero llegar a ser. No sé si es porque aún no he encontrado a la persona que haga este papel, o porque no quiero llevarme decepciones. Tal vez algún día aparezca, pero creo que ahora mismo no me conviene tener ninguna idealización. Al fin y al cabo es un poco tortura. Pienso en términos de representación. No sé si te ha pasado alguna vez que te has desanimado porque casi no hay referentes. No. Más bien esto hace el efecto contrario. Como no hay nadie, la próxima voy a ser yo. Hoy tengo veinte años y hasta los diecisiete, nunca ví a ningún doctor africano. Aún no he visto a ninguna mujer. Tal vez he visto dos doctores africanos en mi vida, y mira que he estado de médicos hasta arriba porque he tenido muchísimas operaciones. Pero nunca he visto ningúna doctora africana. Y más de una vez sí que ha sido como: voy a ser yo la próxima. Aunque luego lo pienso y me da palo hacer la carrera de medicina. Pero sí que es algo que me motiva más de lo que me retrocede. ¿La comedia es arte? Sí. En el momento en el que estás interpretando, si ello provoca en tí cualquier tipo de sentimiento, de esperanza o cualquier cosa en el interior, ya es arte. En el momento que interpretas, ya sea música, ya sea una función humorística, ya sea un cuadro, ya sea un libro; en el momento en que estás viendo o escuchando algo y te hace sentir cualquier tipo de sensación, es arte. Y si lo que te hace sentir es comedia, reír, también lo es. Cuando yo veo algún tipo de comedia, no solo es que me río y ya está. Es mucho más. Incluso es ver las capas de tus frustraciones, de tu depresión monotónica diaria. Y ahí ves un poco de esperanza. Si realmente ves el camino todo negro y oscuro y ves que con ello se puede hacer comedia, ves una luz de esperanza. Por ejemplo, a mí el arte plástico tipo pintura o escultura no me atrae mucho, pero hay muchas personas que se pueden quedar mil horas viendo un cuadro y sentir mil cosas a la vez. Y al final con la comedia es un poco así. Es el arte de poder escapar. De explotar internamente a carcajadas. De estar viendo durante horas series como ‘Dos Hombres y Medio’ y reirme toda sola y que llegue el momento en que diga: “que tengo una vida de mierda” y que se me haya olvidado por completo que esto es así. Yo no estoy ahí dentro, ni todo es gloria. Pero en ese momento sí, y ello hace que te olvides de todo el resto. Esto es de lo más importante que tiene el arte como concepto. Y cuando tratas temas que tienen a ver con el racismo o hablas sobre las configuraciones sociales, este arte se vuelve político. Yo creo que se vuelve reflexivo, más que político. Aunque yo podría hacer chistes sobre política, con mi humor no intento que nadie se convierta o cambie de opinión. No voy tan a saco. Intento que te des cuenta, que reflexiones, que te rías… pero igual escuchas mis chistes y te ríes y luego sigues siendo de Vox. Creo que sí que intento hacer que la gente reflexione, aunque esa no sea la intención. Mi intención es que te rías, y si llega el punto en que puedes reflexionar sobre tus actos o del cómo te comportas, eso es cosa tuya y me alegro de haber podido colaborar en esta acción, pero no es mi intención. Los monólogos humorísticos son de las escrituras más complicadas que existen porque los chistes no siempre encajan bien. ¿Cuáles son los ingredientes necesarios para hacer reír a cualquier audiencia? Creo que la receta debería titularse: “mira delante de qué público estás”. Por ejemplo, para el público que había en el evento de IDENTIDAD, el tema racismo estuvo en punto y fue un momentazo. Pero igual, creo que si me fuese a una convención en Burkina Faso o de cualquier país africano no haría estos chistes. Todo depende del público que tengas y de quién haya allá. Primero hay que fijarse con las intenciones con las que la gente va ahí: si han ido directamente a reír es mucho más fácil que, si por ejemplo, se trata de un bar con micro abierto. Ahí, un buen ingrediente sería fijarse en las personas que están sentadas y meterse con alguien. Pero cada situación y cada público tiene sus matices, sus maneras de interpretar y sus formas de conseguir hacer reír. Al inicio hablábamos de una doble moral racista: ¿qué dirías que hay que hacer para romper con ella? Sinceramente, exterminar la tierra y crear una nueva con unos principios y valores que fomenten la diversidad. O sea crees que en la sociedad actual esto no se puede cambiar. Se puede mejorar, se pueden intentar mil cosas. Pero al fin y al cabo estamos basados en esas directrices. Por ejemplo, tú te pones Netflix, Disney, HBO, Amazon, lo que quieras, y buscas ‘película romántica’ o ‘comedia romántica’. De estas, te salen 130 películas de Hollywood del tipo: niña rarita con el niño capitán del equipo de Rugby o Baseball que llega a, o que se mete con el amigo… todas tienen el mismo patrón. Después la chica lo perdona, aunque él la haya cagado y se enamoran. Todas. Incluso las películas de Disney, aunque con las últimas están intentando mejorarlo, también són más de lo mismo. Los cimientos que tienen todas son que la mujer tiene que buscar al hombre y el hombre tiene que hacerse el duro. Que el hombre gay no vale para nada. Fui a una obra de teatro de esas en las que después se habla con los artistas y la intérprete era una chica china. Ella decía que había ido a obras y y le habían dando papeles en donde el papel de la protagonista o actriz blanca tenía un montón de características, mientras que el suyo solo tenía: asiática, china. A lo que se refiere es a la típica chica china tímida, o de ánime, un estereotipo. A mí no me ha pasado nunca porque no he actuado en obras tan grandes, pero sí que existe este estereotipo. El estereotipo de ‘la mujer negra’. Exacto. La mujer negra tiene que ser graciosa, hablar de una manera determinada y también tiene que ser gorda. Hay mucho de esto, y no solo en las películas. También en las notícias. En google, en los videojuegos… Hoy las nuevas generaciones, como ya no son tan manipulables como antes, se intentan manipular a través de Instagram, de Youtube y estas bases. Ya no es tan fácil como antes decir: todos los hombres van a la mili y las mujeres en casa con los niños. Ya no se puede hacer esto, porque estamos reivindicando y, entre comillas, intentando mejorar. Pero nos la cuelan a base de información subliminal en todo lo que pueden. Desde un anuncio hasta ir a comprar al súper. Por ejemplo, el hecho de que yo vaya al ayuntamiento a hacer cualquier papel y me digan: “ay, ¡pero si hablas catalán perfecto! ¿De dónde eres? ¿Y qué otro idioma hablas?” ¿Es que no aceptamos que yo pueda ser catalana porque soy negra? O el simple hecho de llenar papeles: casada, divorciada, hombre o mujer… en las parejas ya te han aceptado que puedas ser lesbiana, gay o poliamorosa, pero aún hay ítems i cositas con las que pueden ir jugando en el tema burocrático y legal. ¿A dónde te gustaría llegar como artista? Uf, a los Óscar. Ahí con Leonardo Di Caprio de un lado y del otro a Brat Pitt. Para soñar, pues claro que sí: a los Óscar, a los Goya o a lo que sea. En el momento de realidad, me gustaría hacer una película. Y en el momento de realidad / sueño demasiado grande, me gustaría dirigir y protagonizar la propia película de mi vida. ¿Y qué pondrías en esa película? Sería larga y complicada de escribir. Pero no tendría nada que ver con la comedia, tendría que ver con drama y tragedia. Tengo la sensación que llegaría al público. La intención sería que cambiase la visión del concepto “familia”, que en esta sociedad se entiende como si fuese el todo: “yo por mi madre, mi padre, mis hermanos, mi sangre, lo daría todo” pero yo no sé si vale la pena tanta sangre. También agregaría el concepto de “centro de menores”. Estos dos conceptos los focalizaría para darles una visión realista. Que un niño desde pequeño socialize solo con la mamá y el papá y que no salga de ahí, lo veo súper perjudicial. Porque al final, sí que son los que habrán hecho un polvo y le habrán criado, pero ¿realmente son lo que necesita, lo que quiere y lo que le hace bien? Hay muchos niños en centros de menores que con esta idealización de ‘mi sangre, mi madre o mi padre’, vuelven a situaciones de mierda después de haber salido de ellas. Asimismo, el tema de los centros de menores, lo veo súper jodido. Desde antes de Franco estos centros eran para la gente ‘tocada de la olla’, conocidos como psiquiátricos. Luego durante la época de Franco los de los centros de menores eran los hijos de los rojos. La escoria de España. Y después se quedó en esto: entre los niños ladrones y delincuentes y la parte de niño locura o víctima de maltrato. Cosas de estas que no son verdad. Desde que estos niños entran a los centros se los estigmatiza muchísimo, y es muy difícil salir de ahí. O en el momento en que vas al hospital ya te preguntan: ¿y tus padres, por qué no están aquí? A mí me fastidia mucho la de la genética: “¿Y tu madre tiene esto o lo otro?” Y es como: no la conozco. Y ya te miran raro. La família como concepto es un formato que no es justo y no tiene ningún sentido. Por esto me gustaría plasmar una visión más realista de estos temas. ¿Qué consejo darías a personas queer y negras que se adentran en el Stand Up Comedy? Que se las sude. Si tú sabes lo que vales y tú sabes que lo haces bien, te dará igual que te contraten o que no, porque siempre tendrás puertas. Si realmente te lo crees y te lo sabes, tal vez no seas la próxima protagonista súper famosa, pero sí que podrás vivir de eso y encontrar contactos. Ir a micros abiertos, o por ejemplo ir a eventos de IDENTIDAD y UDAC. Y cuántas más seamos y más fuerza le demos, se tendrán que dar cuenta de quién somos y de lo que valemos. Y tal vez no en mi generación, ni en la de mis hijos, y tal vez tampoco en la de mis nietos. Pero si seguimos dándole fuerte y sabiendo lo que valemos, no tenemos por qué rendirnos. Sí que hay veces que me desespero y me digo: es que no puedo, porque soy negra, porque aquí no me van a aceptar… y te rindes y decides ir a limpiar casas o a estudiar cualquier cosa. Pero no te rindas. No te digo que si no te da para vivir des todo por la interpretación. Yo igualmente estudio educación social y hago otras cosas, pero no cierro esta puerta. No me sirve de nada cerrarla, solo para resignarme y decir que no valgo. Pero yo sé que valgo. Lo sé. Igual que ellas también lo sabrán, y si de verdad se lo creen, que no cierren esa puerta. Porque caminos hay, siempre.

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Entrevista escrita por MARTA TIANA, en colaboración con IDENTIDAD Project. (Barcelona, 2000). Marta es periodista y comunicadore, interesade en transfeminismos, cambio climático y sociología cultural. Más sobre elle en sensebarret.com/about




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